Siempre se ha dicho que los animales nos aman por la pureza que hay en su corazón, y es cierto, son almitas puras que no conocen la maldad. Sin embargo, yo tengo otra teoría que también pudiera ser válida.
Creo que los animales aman la esencia pura del hombre que ama a un animal. Si nuestra relación con las personas fuera igual a la relación que tenemos con nuestras mascotas, sin duda sería un mundo mejor.
Con nuestras
mascotas somos nosotros mismos, sin máscaras ni falsedad. No hay envidia, no
hay celos, no hay competencia, no hay hipocresía. De ellos no hablamos mal a
sus espaldas, no los criticamos, no nos fijamos en lo que llevan puesto, ni nos
importa deslumbrarlos con nuestro físico o nuestros bienes materiales. Ni
siquiera nos importa si están sucios, si tienen dinero o con quién se
relacionan. A nuestras mascotas sólo les damos amor y cuidados, sin malicia ni
interés. Lo damos todo por ellos, les hablamos chiquito, nunca los tratamos
mal, no hay odio ni rencores, no hay orgullo ni maldad. Confiamos plenamente en
ellos, somos fieles y leales.
Sí, los animales nos aman desinteresadamente, pero nosotros
solo somos capaces de amar tan profunda y desinteresadamente a un animal, tristemente
a los seres humanos no. Si tan solo pudiéramos tratar a las personas como los
tratamos a ellos sería un mundo lleno de bondad. Y hablo por quienes tenemos
mascotas a quienes amamos con locura. No hablo por aquellas personas perdidas
que maltratan a los animales, esos no tienen salvación. Hablo de personas
comunes que nos creemos, bueno, no tan malas, como tú y como yo.
No sé cuál es la explicación a esto, no sé por qué entre la
misma especie nos maltratamos, nos odiamos, nos criticamos y competimos. No sé
por qué incluso entre las amistades hay envidia y celos, hay malos
sentimientos, hay resentimientos, hipocresía… no sé cuál es la razón. Solo sé
que esas mismas personas son otras cuando se trata de su perro o de su gato. Es
como una catarsis, es como si sintiéramos que sólo con ellos podemos ser
nosotros mismos, sin temor y sin estar a la defensiva, porque quizás creemos
que ellos son los únicos que no pueden lastimarnos. ¿Por qué? No lo sé,
desconfiamos tanto de las personas que nos aferramos demasiado a estas almitas
buenas. Pero ojalá pudiéramos ser así con todos los que nos rodean, y
seguramente todos seríamos buenos como ellos. Seguramente podríamos confiar los
unos a los otros y no lastimarnos.
Haz el intento por un día de tratar a un ser querido como
tratas a tu mascota, de encontrar lo bueno que tienen y de perdonar lo malo. Estoy
segura que será un mejor día para los dos, y creo que sin duda, sería un mundo
mejor.
¡Más amor animal y menos resentimiento humano!
¿Tú qué opinas?